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Agricultura

México puede volver a liderar en innovación y ciencia agrícola: Bram Govaerts.

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“El gran potencial que México tiene para que su agricultura sea el motor de sistemas agroalimentarios que brinden nutrición, cuiden el medio ambiente y faciliten la seguridad agroalimentaria nacional e internacional” es, para el doctor Bram Govaerts, representante regional del CIMMYT en América, no sólo motivo de orgullo para todo el país, sino una oportunidad excepcional para éste y para el mundo.

 Redacción

En el marco del Foro Nacional de Maíz del pasado 7 de marzo, el doctor Govaerts hizo referencia en una entrevista a la importancia de todo el trabajo que se realiza en el CIMMYT, que lleva medio siglo, y al claro éxito de MasAgro como programa: sus logros y avales obtenidos.

La investigación se plantea ambiciosas metas, se trata de una labor que integra a México y el mundo, con colaboraciones de diversas organizaciones, resultados concretos y mucho trabajo. Entre otras cosas, el Banco de Germoplasma del CIMMYT resguarda “28,000 diferentes maíces, y a partir de esa biodiversidad hemos generado nuevas semillas”, señala el doctor Govaerts, “tanto de híbridos como de criollos, las cuales usan los productores”. El resultado de ese esfuerzo no es menor e implica un beneficio considerable, pues “aumentan con ello su productividad”.

Otro gran reto que se afrontó es el acompañamiento técnico, que se traduce en conocimiento que va más allá de los esquemas usuales. Así, la labor de desarrollo se transforma en más efectividad. El representante regional del CIMMYT en América arroja un dato importante: “En toda la historia del Programa PROAGRO Productivo, que antes daba sólo liquidez a los productores, nunca antes se consolidó —como en este año— la combinación de liquidez con asistencia técnica o acompañamiento técnico para que los productores apliquen prácticas como Agricultura de Conservación, ya que éstas no sólo generan más grano, sino que lo hacen de una manera más amigable con el medio ambiente y aumentan sus ingresos”.

Si se habla de estándares, el CIMMYT, MasAgro y PROAGRO Productivo los cumplen —y con creces— en la labor investigativa, técnica y hasta económica. Consolidando este programa como un ejemplo que se empieza a expandir fuera del territorio mexicano por sus exitosos recorridos. “Es muy importante resaltar que esto responde a una recomendación de la FAO de hacer del Programa PROAGRO Productivo la política pública rectora para la productividad, sustentabilidad y producción del grano que México requiere”.

“Hemos recorrido mucho camino; hay mucho por hacer, pero tan sólo estos ejemplos demuestran el gran potencial que México tiene para que su agricultura sea el motor de sistemas agroalimentarios que brinden nutrición, cuiden el medio ambiente y faciliten la seguridad agroalimentaria nacional e internacional”.

El doctor Govaerts explica con claridad con qué tipo de materiales se trabaja: “Estamos hablando de semillas no transgénicas. Todas las semillas que utilizamos o que trabajamos con los productores no son transgénicas, sino híbridos, variedades o —incluso— criollos mejorados que podemos comparar un poco con cuando tienes una mujer inteligente y un hombre guapo y lo que quieres son hijos inteligentes y guapos, lo mismo pasa con las semillas. Es importante resaltar que con la biodiversidad que tiene México, con las semillas y las buenas practicas e innovaciones, se podrán aumentar los rendimientos para que en 2030 podamos producir 75% de la necesidad de maíz del país, el modelo que hemos probado se llama MasAgro”, y agrega que éste tiene reconocimientos internacionales de prestigio, como el Foro Económico Mundial, y que “Colombia está pidiendo a México poder aplicar esa metodología”.

Respecto de la importancia, el impacto y los éxitos consolidados del Programa, el doctor Govaerts sostiene que, por ejemplo, “El Colegio de México hace un llamado a que en México, tanto el gobierno como todos sus actores, amplíen el modelo de MasAgro que hemos operado a partir del CIMMYT, gracias a la visión de la SAGARPA y con más de 150 colaboradores y —especialmente— con 300,000 productores”.

México puede retomar el orgullo, como país, de ser el líder en la innovación y la ciencia en maíz, trigo y muchos otros cultivos. En los años 70 una persona ejemplar, llamada Norman Borlaug, recibió el Premio Nobel de la Paz gracias a su trabajo con miles de productores en México —en el Bajío, el centro, el norte, Sonora y Sinaloa—, porque a partir de ese trabajo y la innovación en los años 70, cuando se mandaron al mundo innovaciones, se salvaron mil millones de personas.

Hoy yo estoy convencido de que México de nuevo debe retomar su papel de líder mundial en la innovación agrícola, tenemos todo el potencial para hacerlo, pero como también dijo el doctor Borlaug: “Con potencial no damos de comer a nadie”. Tenemos que juntarnos, dejar atrás oposiciones e intereses personales y unirnos por un objetivo, que es poner a México a la vanguardia de la innovación. Y que México no sólo sea el ejemplo para la región, donde ya está tomando este papel, sino para el resto del mundo.

En este sentido, quiero resaltar que, por ejemplo, grandes compradores de maíz han volteado a ver a México para decir: “en lugar de comprar cualquier grano de maíz, quiero empezar a comprar grano de los productores mexicanos —pequeños productores— para mis productos, ya sean tortillas o cereales”. Entonces, México empieza a ser un ejemplo de la trazabilidad y el valor que encuentran los consumidores, quienes hoy requieren que los productos no sólo sean nutritivos, sino que desde el campo hasta el plato podamos saber el impacto de nuestro consumo en el medio ambiente. Adicionalmente, si incorporamos los 5 millones de pequeños productores mexicanos a esta cadena productiva, cerramos la brecha de desigualdad, y esto hace que la agricultura se vuelva un motor de desarrollo para el país.

Los ejidatarios y pequeños dueños son productores que tienen o trabajan menos de 5 hectáreas. Obviamente, lo que queremos con ellos es que sus familias tengan un sistema agroalimentario, no que sólo produzcan maíz, frijol, girasol u otros. Por qué no agregar valor al hecho de que ellos producen maíz azul facilitando su difusión en los mercados extranjeros donde este tipo de maíz produce mucho interés.

Todos estos sistemas tienen que dar aliento a los productores y especialmente a sus familias.

Estamos orgullosos de poder demostrar que 21% de los participantes son mujeres y jóvenes productores que utilizan nuevas tecnologías como celulares y otros dispositivos para una mejor toma de decisiones.

Respecto de MasAgro, Govaerts comentó que “el Programa inició en 2010 y sigue teniendo resultados en 2017; por ejemplo, El Colegio de México midió que en la zona de temporal del Estado de México pasamos de 2.88 toneladas a 3.44 toneladas por hectárea, y así tenemos datos de varios estados”.

“El programa y la metodología de MasAgro fueron desarrollados aquí en México con actores mexicanos, pero, tomando en cuenta las lecciones aprendidas, revisamos éxitos y fracasos a nivel internacional”, comenta, y agrega un dato clave: “Es muy importante; esta metodología constantemente se va revisando tanto en su operación como en sus conceptos y formas vinculadas a la política pública”.

Mencionó que “en 2017, lo que es importante resaltar, es que pudimos escalar el esfuerzo a más productores gracias a la intervención de PROAGRO Productivo, con el cual a través del acompañamiento técnico pudimos trazar, y tenemos en una base de datos más de 30,000 predios que están monitoreándose desde la siembra hasta la cosecha. Y, obviamente, esto tiene mucho potencial porque con datos, con información, la gente puede tomar mejores decisiones. Eso es lo que al final queremos, que el pequeño productor tenga acceso a la información”.

“La ciencia, tecnología, innovación y creatividad aplicadas a la agricultura son retos esenciales, y el compromiso central detrás de ellos es estimular la inversión para poder avanzar”.

“México resguarda no sólo biodiversidad en maíz y trigo, también conocimiento para el resto del mundo, y en este sentido, un reconocimiento para los productores del Sistema Producto Maíz, ya que pueden sentirse orgullosos de lo que su labor de transferencia ha aportado”.

En un auténtico llamado a dar un paso inteligente hacia el desarrollo productivo, eliminar brechas en las sociedades y alcanzar plena seguridad alimentaria, Govaerts planteó que “si aprovechamos esta metodología e integramos toda la política pública y las inversiones, más los sistemas agroalimentarios productivos que generan el grano nutritivo para la población, que al mismo tiempo resguarda el medio ambiente, sí podemos erradicar la desigualdad y mucha pobreza. Básicamente, aquí hay un gran potencial”.

“La agricultura es el sector del futuro”, sintetiza Govaerts. No sólo una reflexión retórica, sino un compromiso que nos involucra a todos.

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