Samuel Sarmiento: Asesor agroindustrial y financiero.
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#AlguienTieneQueDecirlo
La Secretaría de Economía Federal dio a conocer que, durante el 2020, México importó 15.8 millones de toneladas de maíz, de las cuales, el 96% es maíz amarillo, principalmente para consumo pecuario, lo que equivale a 15.2 millones de toneladas y el 4% restante, fue maíz blanco para abastecer la industria nacional, poco más de 600 mil toneladas, por lo que se erogaron 2,973 millones de dólares.
Cabe destacar que, el 92% del maíz amarillo provenía de Estados Unidos, quien es el principal productor de maíz del mundo con el 32% de la oferta global y el 8% restante venía de Brasil, quien es el 3er productor mundial con el 10% de la producción global.
Sólo para dimensionarlo, México consume alrededor de 43 millones de toneladas de maíz al año, entre maíz blanco y maíz amarillo, pero solamente producimos alrededor de 27 millones de toneladas, por esta razón, a pesar de que somos el país de origen del maíz, tenemos que importar el 38% de nuestras necesidades de consumo.
Haciendo un análisis comparativo con la última década, México ha aumentado las importaciones de maíz en un 103%, pero si el análisis lo referenciamos al año anterior, es decir, 2020 contra 2019, las importaciones de maíz disminuyeron 2%.
Sin embargo, la importación de 1.3 millones de toneladas de maíz mensuales, si bien distorsionan, los ya desordenados mercados regionales que tenemos, entre zonas productoras y zonas consumidoras, también es cierto, que sin las importaciones de maíz de Estados Unidos no se podría sostener la creciente industria nacional de la carne, nos restaría competitividad y por lo tanto, los precios de los productos y subproductos ganaderos se incrementarían en perjuicio de los 126 millones de mexicanos.
Hoy, México se ubica como el 2do importador mundial de maíz, sólo superado por China, quien aumentó la estimación de sus importaciones de 7 millones de toneladas en octubre del año pasado a 24 millones de toneladas para febrero del 2021, como consecuencia de la reducción de los inventarios provocado por la peste porcina africana, que desde el 2018 empezó a diseminarse por todo el territorio chino.
