En 2013, de las 322 mil personas que viajaron desde la frontera de México con destino a Estados Unidos, 60 % no tenía papeles que acreditaran su estancia legal.
Paradójicamente, ese mismo año, en el mundo de la naturaleza comenzó un suceso opuesto. Un pequeño invasor, que llega a medir dos milímetros, emprendió su propia migración hacia México a través de esa frontera donde miles buscan ir hacia el norte.
De forma silenciosa, el pulgón amarillo del sorgo migró para quedarse y expandirse por todo el país, causando pérdidas millonarias.
Por Janet Cacelín
Ciudad de México. 6 de septiembre de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- Jaime podía cruzar de un país a otro cuando era niño. Entre juegos se sumergía nadando en las aguas del río Bravo, como le dicen en México, y llegaba a territorio estadounidense, donde ese mismo cauce es conocido como río Grande. Proveniente de una familia de agricultores, ayudaba a cuidar los cultivos de algodón. Eran los años cincuenta y vivía a escasos metros del puente fronterizo en el norte de Tamaulipas.
Años después, además del algodón, la familia de Jaime comenzó a sembrar también sorgo y maíz en los municipios de Matamoros y Río Bravo. Acompañaba a su papá al rancho y utilizaba un pequeño camión para transportar las cosechas. Observaba el avance de los riegos y verificaba que los campos estuvieran libres de plagas.
Ya como productor, y luego de formar una sociedad con sus hermanos para trabajar la tierra, Jaime cruzaba constantemente hacia Estados Unidos en busca de herramienta, maquinaria y suministros.
Sin embargo, después del atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001 todo cambió. Según relata Jaime, las revisiones, la vigilancia y los requisitos para cruzar la frontera hacia Estados Unidos se volvieron meticulosamente estrictos.
Tan solo doce años después de este rotundo cambio, en 2013, se registraron 322 mil eventos de personas que viajaron desde la frontera de México con destino a Estados Unidos, de estos, 60 por ciento no tenía papeles que acreditaran su estancia legal en el país del norte, según se detalla en la Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México.
Paradójicamente, ese mismo año, en el mundo de la naturaleza comenzó un suceso inverso. Un pequeño invasor, que apenas llega a medir dos milímetros, emprendió su propia migración hacia México a través de esa frontera donde miles buscan ir hacia el norte. De forma silenciosa pero permanente, el pulgón amarillo del sorgo migró para quedarse y expandirse por todo el país.
La primera vez que Jaime Sánchez Ruelas, ese niño que nadaba en el río Bravo y que actualmente es un productor de sorgo en el norte de Tamaulipas, vio un pulgón amarillo, fue en 2013, cuando los productores e investigadores comenzaron a emitir alertas por la presencia de pequeños animales parecidos al pulgón verde, con el que han lidiado por años. Sin embargo, este era amarillo, más resistente y agresivo con los cultivos.
“Yo no conocía el pulgón amarillo. Las primeras veces, para lograr identificarlo, lo busqué con algunas fotos que nos dieron los investigadores. Lo encontré en los sorgos voluntarios que nacen en las carreteras. Así fue como lo identifiqué y lo conocí”, relató Jaime en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.
La experiencia que se tuvo en ese ciclo intermedio de cultivo fue de pérdidas casi totales, entre agricultores que tienen como producto principal el sorgo. Alrededor de 30 o 35 mil hectáreas se vieron dañadas por este invasor que logró cruzar la frontera sin que nadie lo advirtiera.
Este es el pulgón amarillo y así cruzó por la frontera
Aunque es capaz de causar daños incalculables, el pulgón amarillo del sorgo [Melanaphis sacchari (Zehntner)], que pertenece a la familia de los áfidos, mide tan solo entre 1.1 y dos milímetros. En general, es de color amarillo, aunque puede variar a café oscuro, marrón y rosa. Sus antenas son cortas, de color oscuro y comúnmente se le encuentra por debajo de las hojas, según se detalla en la ficha técnica expedida por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
Cuando recién llega al cultivo, puede encontrarse en pequeños grupos de adultos, pero tiempo después comienzan a observarse las crías, llamadas ninfas, que son más pequeñas y de color verde pálido. En poco tiempo estos pulgones cubren toda la cara inferior de la hoja.
Cada uno de los pulgones es capaz de crecer exponencialmente y producir hasta 80 crías en dos a tres semanas debido a su característica asexual, y algunos de ellos desarrollan alas y se dispersan aprovechando las corrientes del viento. Así es como se cree que logró pasar la frontera hacia México.
El pulgón infecta los cultivos porque la savia de la planta es su principal alimento. Sin embargo, esta pérdida de savia hace que disminuya la cantidad de nutrientes que los cultivos utilizan para crecer, lo que ocasiona que se tenga un pobre llenado de grano y se reduzca su rendimiento.
Esta especie es tan solo una de los 260 áfidos no nativos que han llegado al norte de América y que representa una de las mayores amenazas para la biodiversidad y la agricultura.
Se estima que en todo el mundo cerca de medio millón de organismos se han establecido fuera de su ámbito histórico. En Estados Unidos hay más de 50 mil plantas y animales no nativos que han causado pérdidas económicas de casi 120 mil millones de dólares por año.
De acuerdo con la investigación titulada Adventive Aphids (Hemiptera: Aphididae) of America north of Mexico, publicada por la Sociedad Entomológica de Washington, el pulgón amarillo, originario de África y Asia, se registró por primera vez en el estado de Florida en 1977, y Luisiana en 1999, solo en cultivos de la caña de azúcar.
Sin embargo, en 2013 las autoridades sanitarias de Estados Unidos notificaron la presencia de una nueva plaga de áfidos que estaban dañando cultivos de sorgo en varios condados de Texas, que meses después se extendió a Luisiana, Oklahoma y un condado en Misisipi. Luego, la plaga llegó a tres estados de México.
“Los investigadores del campo experimental de Texas nos dijeron que el problema estaba muy fuerte. Me preocupó porque el sorgo es un cultivo que no tiene muchos problemas, y generalmente las plagas son graduales pero este pulgón era tan agresivo que de un día para otro se multiplicaba sustancialmente”, relató Jaime.
Los daños provocados fueron severos y las pérdidas se estimaron entre 30 y 100 por ciento.
Para finales de 2015, el pulgón amarillo ya habitaba en cultivos de 400 condados repartidos en 17 estados de Estados Unidos y estaba presente en todas las regiones productoras de sorgo en México, según documentó el estudio Sugarcane Aphid (Hemiptera: Aphididae): A New Pest on Sorghum in North America, publicado en Journal of Integrated Pest Management de la Universidad de Oxford en 2016.
Los estados de México donde se encuentra presente esta plaga son Coahuila, Guanajuato, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Sinaloa, Veracruz y Tamaulipas.
En Guanajuato, en 2015 esta plaga afectó la producción de sorgo tanto en riego como en temporal, reduciendo la producción hasta en un 100 por ciento en los sitios donde no se atendió el problema.
Actualmente, tanto en México como en Estados Unidos esta invasión se encuentra en calidad de plaga que hasta ahora solo ha sido posible contener, no erradicar.
Un pequeño insecto, responsable de millonarias pérdidas en EE. UU. y México
El peligro que representa la plaga del pulgón amarillo para la economía de ambos países es crucial. Tan solo Estados Unidos es considerado el productor de sorgo número uno en el mundo y posee, según datos de 2015, 2.8 millones de hectáreas plantadas cada año.
Además, uno de los principales estados productores de sorgo es Texas, que limita con la frontera norte de México, y tiene cultivos con una extensión de 1.09 millones de hectáreas con un valor económico estimado de 742.7 millones de dólares, según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, la industria del sorgo considera este insecto una seria amenaza, debido a su rápido crecimiento poblacional y su capacidad de dispersión, por lo que se ha convertido en la plaga más importante del sorgo desde su detección en 2013, según detalla la Universidad de Texas A&M, en un estudio titulado Economic Impact of the Sugarcane Aphid on Lower Rio Grande Valley Sorghum Production.
Del otro lado de la frontera, México también ha logrado posicionar su producción. Sin embargo, aunque es el segundo mayor productor de sorgo en el mundo, según estimaciones de Sagarpa, para el ciclo que comprende octubre de 2016 a septiembre de 2017, se espera una producción nacional de 5.2 millones de toneladas, es decir, 6.6 por ciento menos con respecto al ciclo pasado, luego de que se documentaron afectaciones ocasionadas por el pulgón amarillo.
Tamaulipas, donde comenzó la plaga del pulgón en 2013, es el principal productor de sorgo en el país con una participación de 40.2 por ciento, lo cual representa un volumen de dos millones de toneladas. En segundo lugar, se encuentra Guanajuato con 15.9 por ciento de participación y le sigue Sinaloa con una participación de 13.3 por ciento del total.
Un problema que unió a dos países
Para la comunidad científica, tanto en México como en el estado de Texas, la plaga del pulgón representó una preocupación muy grande, porque este insecto se reproduce de forma asexual, es decir, que las hembras tienen crías sin necesidad de un macho, por lo que su propagación es muy rápida.
Los daños que provocó este pequeño insecto en ese ciclo ocasionaron que tanto investigadores mexicanos como estadounidenses comenzaran a compartir ideas, porque, al ser una plaga nueva en ambos territorios, desconocían su ecología y forma de control, según relata Luis Ángel Rodríguez del Bosque, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), en la región del río Bravo.
“Empezamos a revisar literatura de otros países, tanto donde se originó este pulgón, como en otros donde se propagó como Nicaragua y Venezuela. Al mismo tiempo, comenzamos a hacer investigaciones a muy corto plazo sobre todo para el control químico, porque urgía una respuesta al productor. Yo soy un entomólogo del área de control biológico; sin embargo, sé que no hay otra forma más efectiva a corto plazo”, señaló.
A inicios de 2014, él y otros investigadores del INIFAP emitieron una lista de 25 insecticidas efectivos contra el pulgón amarillo, que fue difundida entre los productores para que pudieran estar preparados para el siguiente ciclo. Gracias a eso no perdieron sus cosechas, pero algunos que no aplicaron las medidas tuvieron pérdidas de hasta 70 por ciento.
Además, trabajaron en otras áreas porque con solo un control químico pueden presentarse problemas de resistencia. Se enfocaron en estudiar la tolerancia varietal, es decir, híbridos del sorgo que toleren el daño, y han logrado encontrar cuatro o cinco.
“Afortunadamente el pulgón ha ido a la baja en los últimos dos años, ya el productor está muy confiado en saber controlar esta plaga. Aquí en Tamaulipas se atendió muy rápido y las pérdidas han sido menores”, detalló.
Sin embargo, una de las líneas de investigación más importantes es el control biológico. En una de sus investigaciones, el doctor Rodríguez del Bosque señala que México, por ser parte del corredor biológico mesoamericano que conecta el norte y el sur, se encuentra en constante peligro de plagas exóticas. Por esta razón, el estudio de este control en México comenzó y ha evolucionado junto con el de Estados Unidos.
La primera institución creada en el país fue la Comisión Mexicana de Parasitología Agrícola y se formó en 1900. Desde entonces, una serie de enemigos naturales fue recolectada en México para combatir diversas plagas.
Con el pulgón amarillo comenzó una búsqueda similar. Desde el Centro Nacional de Referencia de Control Biológico, los investigadores enviaron a campo a los biólogos José Manuel Rodríguez Vélez y Miguel Ayala Zermeño para buscar insectos y hongos entomopatógenos, respectivamente, como enemigos naturales del pulgón amarillo.
Según relata el biólogo José Manuel, viajó a lugares de Tamaulipas donde había grandes poblaciones de pulgón amarillo y recolectó algunos con diferentes métodos de muestreo.
“No siempre podíamos ver a los enemigos naturales depredando la plaga, por lo que no teníamos certeza de que lo estuvieran comiendo. En ese caso, nos llevábamos muestras de la plaga al laboratorio y muestras de los insectos y constatábamos que lo estuvieran depredando o parasitando. Desde esa investigación hemos encontrado alrededor de 12 especies de catarinas depredadoras en diferentes estados del país, entre Tamaulipas, Sinaloa, Jalisco, Michoacán, Morelos y Colima”, detalló.
En la colecta también se investigó a las avispas parasitoides, que se encargan de paralizar a los pulgones y los utilizan para depositar sus huevos. La colecta consistió en buscar pulgones que, una vez que son parasitados, comienzan un proceso de momificación.
“Nos enfocamos en la búsqueda de momias, las llevamos al laboratorio y buscamos cuáles fueron los parasitoides, en este caso puras avispas emergieron de los pulgones”, afirma la doctora Beatriz Rodríguez Vélez, quien se especializa en la generación de conocimiento para el desarrollo de paquetes tecnológicos para el control biológico de plagas.
Beatriz relata que, a diferencia de otras plagas, el pulgón fue rápidamente adoptado por los diferentes insectos de cada localidad y cuando se hicieron las primeras exploraciones en Tamaulipas a principios de 2014, no solamente encontraron al pulgón amarillo sino que ya había sido adoptado por una gran diversidad de sus enemigos naturales.
“Es por eso que lo que ahora se busca es un manejo cultural, no un químico, para poder conservar a sus enemigos naturales y puedan ejercer una acción depredadora sobre las poblaciones del pulgón amarillo tanto en Estados Unidos como en México”, señaló Beatriz Rodríguez.
Cultivos de algodón, el primer ejemplo de colaboración binaciona
No obstante, la plaga del pulgón amarillo no es la única que ha sido combatida en la zona fronteriza con ayuda binacional. En los años cincuenta, en el norte de Tamaulipas, el algodón era el único producto que se sembraba, pero 10 años después, la llegada del picudo del algodonero acabó con los cultivos.
“Hacia los años sesenta, el cultivo de algodón se tuvo que dejar por incosteable. Luego se hicieron intentos por regresar en los años noventa y en el 2005 también, y fue ahí cuando me animé y comencé a sembrar algodón”, explica Jesús Garza Gibler, un productor de algodón en el norte de Tamaulipas.
Jesús Garza decidió retomar este cultivo un año después del inicio del Programa Binacional para la Erradicación de Plagas del Algodonero, una campaña en conjunto entre los gobiernos de México y Estados Unidos para erradicar dos importantes plagas: el gusano rosado y el picudo del algodón.
Carlos Campos, coordinador estatal de la Campaña contra Plagas Reglamentadas del Algodonero, detalló que el Comité Estatal de Sanidad Vegetal de Tamaulipas es el que coordina la campaña en territorio mexicano, y en Estados Unidos es el Departamento de Agricultura.
“Lo que hemos hecho en estos años es intercambiar información de las zonas donde tenemos problemas en cuestión de las trampas. Cada gobierno se hace cargo de los gastos, homologamos el mismo tipo de trampa para el picudo, la feromona o el atrayente que se necesita y también manejamos el insecticida que se pone en la trampa”, dijo en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt.
En la labor también homologaron el sistema informativo donde se maneja la información del trampeo, así como el programa donde se incorpora la información que se muestra en tiempo real cuando el personal se encuentra en campo.
El investigador Rodríguez del Bosque asegura que, a través del control biológico, también se hicieron esfuerzos en el INIFAP:
“Hace 15 o 20 años, los investigadores del INIFAP en colaboración con el USDA creamos un laboratorio para la crianza de la avispa Catolaccus grandis, que se liberaba y combatía hasta 98 por ciento de este picudo. Esta avispa controlaba las larvas del picudo. El proyecto duró alrededor de ocho años, con el propósito de erradicarlo”, relató.
De 2004 a la fecha, esta relación binacional ha obtenido resultados satisfactorios, pues en el primer año se registraron en promedio 13.5 picudos por trampa y en 2017 solo se ha registrado un promedio de 0.02, una cifra que se refleja en mejores producciones y calidad de la fibra, según detalló Carlos Campos.
“Antes había casi 500 mil hectáreas de algodón desde San Fernando hasta la parte norte de Tamaulipas, pero se dejó de sembrar por el picudo. Ahora la gente está volviendo a sembrar porque saben que el picudo casi ha sido erradicado”, señaló.
Desde la experiencia de Jesús Garza Gibler, quien es originario de Nuevo León pero decidió mudarse a los campos de Tamaulipas, los productores se encuentran satisfechos del trabajo que se ha realizado entre ambos países, pese a que no se ha logrado erradicar la plaga en su totalidad.
“Adoptamos una política de rotación de cultivos. Un año siembro algodón, otro año siembro sorgo o maíz, pero el algodón es lo más rentable. En realidad, tanto del otro lado de la frontera como aquí, todos vivimos en el mismo valle, solo nos parte el río Bravo, por lo que tenemos los mismo problemas”, asevera Garza.
Ahora, ambos gobiernos continúan trabajando juntos para lograr la erradicación de la plaga.
Ciencia, la cara amable entre México y EE. UU.
Con el problema del pulgón amarillo, los investigadores y productores esperan que esa relación que se dio para combatir las plagas del algodón se repita ahora en los cultivos de sorgo. Sin embargo, desde 2013 ellos comenzaron colaboraciones binacionales de forma académica y personal. Rodríguez del Bosque señala que se hizo un primer contacto con la Universidad de Texas A&M que tiene un campus en Welaho, Texas, con el doctor Raúl Villanueva, un ciudadano peruano. En conjunto, intentaron aplicar proyectos institucionales tanto en México como en Estados Unidos, pero no tuvieron respuesta.
“Lo hicimos de forma personal, con ayuda de los productores. Hemos recibido apoyo del Patronato para la Investigación, Fomento y Sanidad Vegetal, que se fundó en 1954 en Matamoros y sigue funcionando. De cada tonelada que el productor entrega de cosecha, se le descuentan tres pesos y con ese fondo se hace un recurso para apoyar la investigación en el norte de Tamaulipas. Eso es lo que nos ha estado dando el espacio y el dinero para trabajar”, detalló.
Después de trabajar con el doctor Villanueva, se unieron el Departamento de Agricultura de Estados Unidos y la Universidad de Kansas, en colaboraciones con el doctor Paul Michaud, quienes aceptaron viajar a México al primer congreso sobre pulgón amarillo en 2015.
Actualmente, luego de la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y ante las amenazas de construir un muro fronterizo, los investigadores aseguran que para ellos nada ha cambiado en la relación que tienen con sus pares en Texas.
“La llegada de Trump al poder no ha afectado nuestras relaciones entre Texas y Tamaulipas, siguen las reuniones y el intercambio científico. En una reunión en Washington, comenté que la cara amable entre la relación de México y Estados Unidos era la ciencia, siempre ha habido buena relación entre ambos países, estén tensas las relaciones comerciales o políticas”, dijo Rodríguez del Bosque.
Para Jaime Sánchez Ruelas, quien ha dedicado su vida a los cultivos de Tamaulipas y ha vivido de cerca los cambios en la frontera con Estados Unidos, cada vez existe una mayor interacción entre Texas y Tamaulipas, porque comparten problemas similares.
“Los trabajos en conjunto han sido benéficos para los cultivos de todos, es una lección que aprendimos y tenemos que ampliarlo hacia otros cultivos para mantener nuestra zona productiva con la mejor calidad para brindar buenos productos a nuestros mexicanos”, dijo.
Jaime ha logrado desde niño esa interacción. Ahora está por cumplir 62 años, está casado con una estadounidense de origen latino, tiene tres hijas, un hijo y seis nietos. Dos de ellos viven, precisamente, en Texas.
Fuente: Agencia informativa Conacyt.