La noticia cayó como un saco de azúcar en el lomo del debate agrícola: el gobierno impuso un arancel de hasta 200% al azúcar importada. Una medida fuerte, inesperada para algunos, y celebrada por otros. Pero de inmediato surgió la pregunta que muchos agricultores en Sinaloa y otras regiones del país no han dejado de hacerse: si se puede proteger al azúcar con esa contundencia, ¿por qué no se hace lo mismo con el maíz? ¿Qué lo impide? ¿Qué consecuencias traería?
Para entenderlo, vale la pena poner un poco de contexto. México produce alrededor de 6 millones de toneladas de azúcar al año, lo que nos hace prácticamente autosuficientes. Es decir, al restringir la entrada de azúcar del extranjero —que viene principalmente de Brasil o Centroamérica— no se compromete el abasto interno. La medida puede tener un efecto directo en el precio de compra al productor, sin generar grandes presiones inflacionarias ni desabasto.
Pero el maíz es otra historia. México produce cerca de 27 millones de toneladas al año, pero eso no basta. Especialmente en maíz amarillo, que se destina a la industria pecuaria, forrajera y al procesamiento de alimentos, seguimos dependiendo de las importaciones. Y no son menores: cada año ingresan al país entre 16 y 20 millones de toneladas, casi todas desde Estados Unidos, con quien tenemos un tratado de libre comercio.
Aquí está el dilema. Si se impusiera un arancel similar al del azúcar en el maíz, se encarecería el alimento para millones de aves, cerdos y vacas en engorda; subirían los costos de producción en las cadenas agroindustriales; y, como consecuencia, también aumentaría el precio final de muchos productos básicos. El impacto no se quedaría en el campo, llegaría al bolsillo de millones de consumidores.
Esto nos lleva a la pregunta de fondo: ¿cómo equilibrar la protección de nuestros agricultores con la necesidad de garantizar la seguridad alimentaria y la estabilidad económica? El gobierno puede intervenir con firmeza en sectores donde hay autosuficiencia o excedentes, como el azúcar, sin provocar alteraciones graves. Pero en casos como el del maíz, cualquier movimiento requiere bisturí, no machete.
Y aquí conviene reflexionar algo más profundo. ¿Por qué estamos en esta situación? ¿Por qué seguimos dependiendo de millones de toneladas de maíz extranjero después de décadas de programas, apoyos y discursos? La respuesta tiene que ver con decisiones de política pública que se fueron alejando del campo y del productor nacional. El maíz en México no necesita protecciones aisladas, requiere inversión constante, financiamiento accesible, investigación aplicada, semillas mejoradas, conectividad, infraestructura, capacitación técnica, apertura de mercados y reglas claras.
La soberanía alimentaria se construye con políticas de largo aliento, con presupuesto suficiente y con una visión estratégica que entienda que el campo mexicano ya no puede seguir esperando. Porque lo que está en juego no es simplemente la rentabilidad de un cultivo, es el futuro de millones de familias que viven, producen y dependen de la tierra.
Muchos de quienes siguen esta columna semana a semana seguramente se han hecho esa pregunta en carne propia: ¿por qué se puede en un caso y en otro no? La respuesta está en ese equilibrio complejo entre los productos donde ya somos autosuficientes y aquellos en los que todavía dependemos —y seguiremos dependiendo por un tiempo— del comercio internacional.
Así que al final del día, lo que realmente necesitamos es una política agroalimentaria integral. Una que combine protección estratégica con modernización productiva, que escuche a los productores, pero también cuide a los consumidores, y que entienda que sin justicia económica no puede haber desarrollo rural sostenible.
Cerramos con una reflexión: el maíz es más que un grano, es parte de nuestra identidad. Y cuidar de él es cuidar de nuestra gente. Así que, al mirar hacia adelante, trabajemos todos juntos—productores, gobierno, industriales, comercializadores y consumidores— para construir juntos un futuro donde cada cultivo y cada productor tenga su oportunidad justa.
Esto fue Visión Agrícola 360: El Panorama Completo del Campo Mexicano.
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